Semanas pasadas se enjuició en Las Palmas de Gran Canaria la irregular actuación de los responsables de una Residencia de Ancianos del Barrio de Vegueta, a quienes se les acusaba de varios delitos, entre los que destacan los de la integridad moral contra los mayores allí internados y en algunos casos de abusos sexuales. A los propietarios de la Residencia se les ha procesado por presuntos malos tratos y otras vejaciones contra los ancianos allí recogidos. Es un ejemplo de otros muchos que han sido denunciados en Canarias en los últimos años y que, dada la actual pirámide demográfica, mucho nos tememos que seguirán de actualidad ya que el sector del mayor en nuestra sociedad actual se ha convertido en un negocio floreciente. Todo ello nos ha suscitado las siguientes reflexiones en torno a estos continuos malos tratos a los ancianos.
Por mor de la dichosa crisis económica, muchos de nuestros
mayores lo están pasando muy mal. No solo por el bajo nivel de las pensiones,
algunas de ellas de miseria, sino por el “mal trato” de la sociedad hacia
ellos. Hoy el mayor estorba en las actuales estructuras de nuestro mundo,
empezando por el olvido del entorno familiar que claramente quieren deshacerse
de nuestros viejos. Hace unas semanas el Papa Francisco celebraba con gran
cariño en Roma, el Día de los Abuelos, celebración que aquí en España la
hacemos en julio, coincidiendo con la Festividad de Santa Ana, el 26 de julio.
El Papa argentino “dio en la diana” cuando afirmaba que muchas de las
residencias de ancianos parecen “realmente prisiones”, más que casas de acogida
y de respeto hacia lo que significan o deben significar los mayores para esta
sociedad tan civilizada. Ante más de cuarenta mil personas mayores que se
congregaron en la Plaza de San Pedro el Pontífice afirmó que “ no pueden
existir centros donde los ancianos vivan olvidados y escondidos”.
En efecto, a excepción de algunas residencias o asilos de
ancianos ejemplares, muchos de estos centros abiertos al público en Canarias, y
en particular en Gran Canaria. miran más el negocio de los mismos que al trato
humano hacia unas personas que lo han dado todo por las generaciones más
jóvenes. Las residencias deben ser “pulmones de humanidad” al decir de
Bergoglio en nuestra región, en nuestros barrios o en las células más pequeñas
de la sociedad como son las familias. En verdad una sociedad que no protege a
sus mayores, a sus abuelos, y no les trata bien, es una sociedad que no tiene
futuro. El Papa Francisco añade:”Ese pueblo no tiene futuro porque pierde la
memoria y se separa de sus raíces”.
Nuestros mayores son la historia viva de varias generaciones;
ellos son los que marcan el futuro, tras un pasado lleno de trabajos y
dificultades. Los viejos como a veces cariñosamente los llamamos, deben ser
merecedores de nuestra veneración. Por ello la llamada “cultura del descarte”,
tan en boga en nuestra tan avanzada Europa, refiriéndose al internamiento de
nuestros mayores en residencias porque no los podemos atender, debe ser
rechazada de nuestra sociedad canaria. Como ha dicho también el Papa Francisco,
el abandono de los ancianos es “como una eutanasia”. Los mayores se merecen
nuestro cariño y respeto y un final de trayecto vital digno. Y más ahora que se
avecinan unas fiestas tradicionalmente tan familiares como las navideñas.
Hagamos les un lugar en nuestras vidas y los que puedan en nuestras casas a
esos viejecitos que nadie se les hace ni caso.
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Por Sebastián Sarmiento Domínguez
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