jueves, 14 de marzo de 2013

Desde el corazón... gracias a Dios por el nuevo Papa


Hoy es un día para hablar desde el corazón después de lo vivido ayer por la tarde con la elección del nuevo Papa: S. S. Francisco I. Desde el corazón porque los cristianos hemos vivido con mucha emoción este momento tan singular para la vida de la Iglesia y porque, desde el mismo momento en que lo vimos salir por el balcón de San Pedro, hemos puesto nuestro corazón con él. Han sido muchos ratos de oración y muchas esperanzas y Dios… ha respondido: será una bendición para la Iglesia y el mundo. Lo de menos es si el cónclave ha respondido a las expectativas o si no entraba en el grupo de favoritos según las cábalas mediáticas porque desde ayer, ya tenemos al que ostenta el ministerio de la unidad: el sucesor de San Pedro número 266.
El Cardenal Bergoglio ya era muy conocido porque muchos le atribuían cierto favoritismo en el anterior cónclave del que salió como Sumo Pontífice Benedicto XVI, pero nadie lo había destacado para el que comenzó el martes pasado. Quizá por eso, como en tantas ocasiones, se ha vuelto a producir una sorpresa generalizada; una sorpresa que tiene que ver más con los planes de Dios que con las preferencias ideológicas o políticas. Para la Iglesia, podríamos decir, que se trata de una sorpresa que respira cierta complicidad porque desde la fe se intenta mantener siempre un cierto abandono confiado en la acción del Espíritu Santo. Para el resto del mundo, quizá se trate de una sorpresa inicial por tratarse de un «no favorito» pero creo que se irá agudizando al darse cuenta, paulatinamente, de la bondad y la sencillez del nuevo Papa.
Efectivamente, tuve la oportunidad de conocer a Mons. Bergoglio cuando estaba estudiando en Roma. Fue un encuentro breve y entre mucha gente que quería saludarlo, pero me dio la impresión de encontrarme ante un hombre de Dios, bueno y sobre todo, sencillo… muy sencillo. Esta impresión se ha ido confirmando después de su elección con la cantidad ingente de testimonios que han ido saliendo en la televisión y en las redes sociales. Y ya se sabe que la sencillez, como se puso de manifiesto con los anteriores pontífices, tiene algo de desconcertante, de ilógico o imprevisto, casi diría que la sencillez puede llegar a «romper esquemas». Por eso, creo que la sorpresa se irá haciendo cada vez más grande y sin que podamos perfilarla o adjetivarla.
Personalmente, creo que estamos ante la sorpresa que Dios ha regalado al mundo del siglo XXI y de nuevo, desde el corazón, espero que todos estemos abiertos, ajenos a los tópicos y a las preferencias ideológicas, a la fuerza rompedora con que el Espíritu se mostrará a través de la bondad y sencillez, de Francisco I, Papa.

 Por Juan Jesús García Morales
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